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  • Juan José Alcaide

Mosto de La Sierra De Aracena – Gourmet y sibarita para muy pocos






Mosto de la Sierra de Aracena

Mosto de la Sierra de Aracena - Fotografía de ©Jorge Garrido



Celosa de sus tesoros, La Sierra de Aracena guarda su mosto, que sólo los más afortunados consiguen probar. Un gran vino para muy pocos.



Casualidad y causalidad



¡Me encantan estos juegos de palabras! Profundizar en el uso correcto de términos y acepciones me parece una de esas asignaturas de por vida. Su práctica es capaz de mantener la mente despierta y ávida de agilidad por más años que se puedan vivir.


Hace poco leía y me documentaba sobre la Sincronicidad tal y como el psicólogo Carl Gustav la entendía. Sin parafrasear otras publicaciones, vienen a ser todas esas grandes casualidades que de vez en cuando nos van ocurriendo en el día a día. Hay muchos ejemplos: pensar en alguien e inmediatamente encontrártelo después de mucho tiempo sin haberos visto; soñar o pensar sobre un hecho y que se cumpla casi por arte de magia al poco tiempo; recordar una película muy antigua y ese mismo día, al poner la tele, encontrarla justo a la hora y el momento en que la enciendes para ver algo… Podría seguir con estos ejemplos durante varias páginas, pero sé que mis lectores son buenos entendedores y que pocas palabras les bastan.


Sin entrar en terrenos pantanosos, seguro que muchos recordarán aquel libro que hace unos años hizo archirrica a su autora Rhonda Byrne, titulado El Secreto. No seré yo quien arroje piedras sobre él. Me parece que es uno de los mejores libros de autoayuda que se han escrito. Entendido con la suficiente lucidez, narra la magia natural con la que funcionan los acontecimientos en nuestras vidas. Otras interpretaciones o lecturas más cerca del esoterismo también tienen cabida pero este no es el día ni el lugar de entrar por esa puerta.



¿Un secreto?



A la luz de la ciencia, brillante y diurna, se sabe que por nuestra mente rondan cada jornada unos 60.000 pensamientos. Nuestro cerebro tiende a buscar patrones y nexos de unión entre cada uno de ellos como si de una inmensa red o tela de araña se tratara. Con semejante cifra, multiplicada por el paso de cada día, los científicos estiman que aproximadamente una vez al mes, es decir cada 1.800.000 pensamientos, nuestro cerebro descubre una unión con la realidad aparentemente sorprendente y difícil de explicar. Visto desde un momento en concreto puede parecer así. Pero al ampliarlo a la objetividad de estas cifras, la magia y la casualidad no es ni más ni menos que la propia vida. Las capacidades de nuestra naturaleza tan perfecta y divina bien merecen este adjetivo.


Además, para dejar siempre un poco abierta la ventana (que no puerta), para observar sin pasar, al mundo de lo enigmático, sobra señalar que el porcentaje que la mente consciente utiliza es muy pequeño comparado con el reino del subconsciente. Su influencia en cada uno de nuestros actos diurnos debería de ser tomada mucho más en consideración.


El hilo que teje toda esta maraña de pensamientos es el mismo, que a modo de marionetas, mueve cada una de nuestras articulaciones y voluntades.




 


Sin ir más lejos, hace algunas semanas, me encontraba en el bar de siempre donde los sábados solemos coincidir algunos amigos. De cerveza en cerveza y de tema en tema, saqué a relucir que estábamos en plena época de mostos en la sierra y aún no había tenido la oportunidad de hacerme ni siquiera con un poco para probarlo. Al eco de mis palabras, el dueño de bar, al que conocemos y nos conoce de toda la vida, me miró sorprendido y dijo:


-¿quieres probarlo?,

-¿cómo?- respondí yo.

-¡Aquí y ahora!- fue su respuesta contundente.





El mosto de La Sierra de Aracena



Para los que no la conocen, esta Sierra situada al norte de la provincia de Huelva, es pintoresca, antigua, verde y frondosa como quepa imaginar. No hay grandes fincas. La mayoría son pequeñas huertas de una o dos hectáreas con frutales, riachuelos, castaños, encinas y alcornoques. Pero en algunos pueblos, de salto en salto; de camino en camino, se encuentran pequeñas viñas de cepas nobles y tranquilas.


Lo primero de todo aclarar el uso de la palabra «mosto«. Al menos en toda esta comarca, hablar de mosto no es hablar de zumo de uva sin fermentar, es decir, con el nombre de mosto se hace referencia a vino en sí, con alcohol. Esta peculiaridad no la he escuchado nunca por ningún otro lugar, pero es posible que se dé también en pequeñas zonas.


El mosto de La Sierra de Aracena es un vino joven, recién nacido y sin envejecer. A menudo de tonos que van desde el amarillo pajizo hasta el rojo carmesí, brillante y nuevo. No se filtra, por lo que la copa siempre arrastra sus posos de levaduras y hollejos. Su sabor primitivo y familiar es la clave de su éxito.


Al tratarse de pequeñas producciones, el mosto de La Sierra de Aracena no está a la venta, al menos de forma directa y abierta. Sólo los más afortunados, amigos, familiares y a veces amigos de amigos, consiguen hacerse de algún que otro litro para probarlo. La Sierra es así, celosa de sus tesoros y secretos.





Fiestas del mosto



Los Marines, Castañuelos y Corteconcepción son pequeños pueblos y aldeas en los que la fama de estos caldos va por delante a modo de tarjeta de presentación. Desde hace algunos años vienen celebrando, alrededor de estas fechas de finales de noviembre y primeros de diciembre, fiestas y degustaciones de sus vinos, sus mostos.


Cada año son mucho más concurridas y a ciencia cierta es el único lugar donde seguro se pueden encontrar mosto. Este pasado fin de semana fue en Los Marines. Una fecha para anotar en el calendario y no dejar pasar el próximo año, única para disfrutar de un sabor distinto a todo lo que cualquier enólogo encuentra en su día a día. Además suele coincidir con el primer fin de semana del Mercado de Queso en Aracena, por lo que la oportunidad para acercarse hasta La Sierra es insuperable.




Mosto de la Sierra de Aracena – Fotografía de ©Jorge Garrido



¡Ojo con el mosto! este riquísimo y sorprendente vino hay que tomarlo con mucha moderación. La mayoría de ellos tras su sabor dulce y afrutado, esconden graduaciones que rondan los 15º grados. Un simple vaso puede ser más que suficiente para hacer trastocar el paso y con dos, hasta el entendimiento se tambalea!!!! Además, al no estar filtrado, es fuerte para el estómago por lo que siempre es más que recomendable no abusar ni dejarse llevar por su encanto natural.





De suerte en suerte



Hilando con la primera parte de este texto, fue toda una casualidad, suerte o sincronicidad lo que pasó a continuación. No sólo pudimos probarlo sobre la marcha de una botella que tenía ahí mismo, en el bar, «guardada», sino que además pude encargarle un par de litros para casa, llevándome incluso el teléfono de algunos vecinos que también podían venderme un poco de otras variedades. En fin, todo un lujo de tarde.


En este tiempo de chimeneas, castañas, quesos y carnes; un vasito junto a la candela, cuando ya no hay que conducir, es de lo mejor que da esta tierra. Los que lo conocen, saben que es un placer serrano difícil de igualar; los que no, debéis de probarlo en alguna ocasión que paséis por esta zona en esta época del año.


Por supuesto, y esto siempre es así, tomado con amigos, el vino sabe mucho mejor.


¡Salud!




Mosto de la Sierra de Aracena – Fotografía de ©Jorge Garrido





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